Sobre el llamador de ángeles para Bibi y Bruna

Llamador de ángeles para Bruna, fotografiado para la posteridad frente a su futura amiga de cuatro patas.

Bibi es artesana, como yo. Hace ropita más que chula y puedes ver sus creaciones en su Facebook. La conocí porque coincidimos en un market, en una edición del Somiatruites. Ella y su pareja están esperando a una nueva compañera de viaje muy especial, Bruna. Mientras está en camino, me han encargado un llamador de ángeles. Cada vez que se agita Bruna, el llama ángeles suena armoniosamente a su alrededor y viene su Ángel de la Guarda para acariciarla y acurrucarla

El llama ángeles se lleva en el cuello como un colgante. También puede colocarse en una puerta, de manera que cuando se abra y se cierra provocamos que se mueva y suene, o bien en la cuna, para que el bebé pueda hacerlo sonar siempre que necesite a su ángel de la guarda.

Su uso es muy habitual durante el embarazo. La madre lo utiliza con una cadena larga, de manera que el llamador queda a la altura del bebé. Los bebés comienzan a escuchar los sonidos del mundo exterior a las 20 semanas de embarazo. Así, cada vez que se mueve la madre el bebé oye el tintineo del llama ángeles y cuando nazca ese mismo sonido servirá para calmarle, puesto que le recuerda la calidez del vientre materno y la presencia invisible de su madre.

Durante el embarazo, el llama ángeles sirve para proteger a madre e hijo. Eso sí, al nacer el bebé, la madre debe decidir si lo regala al hijo o lo conserva, puesto que cada llama ángeles puede proteger sólo a una persona, según cuenta la leyenda…

¿Qué es un llamador de ángeles?

Un llama ángeles, o llamador de ángeles, es una esfera colgante, en plata de ley, que contiene en su interior una bola de plata o una piedra preciosa, que emite un sonido sutil y armonioso cuando se agita, como unas campanillas. Ese tintineo suave es diferente en cada esfera y sirve para avisar al ángel de la guarda del propietario del llama ángeles, que de esta manera puede invocarlo cuando necesita su protección o, simplemente, que el ángel de la guarda venga a acariciarlo y acurrucarlo por las noches.

Es una joya típica en muchos países, desde Bali (Indonesia) hasta México, tanto en culturas ancestrales (como los mayas) como más recientemente en la tradición cristiana. En todas estas culturas actúa como un amuleto para contactar con divinidades o espíritus bondadosos del más allá, que protegen al propietario del llamador de ángeles.

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