Cuándo era chiquitina planté varias semillas de pino junto a mi padre. De éstas nació un hermoso pino que él cultivó cuidadosamente. Con el paso de los años fue creciendo y de igual manera fue aumentando mi interés, mi estima y mi satisfacción al verlo.

Yo también fui creciendo y el mundo fue cambiando. Y durante años mucho bueno llovió, pero también alguna hecatombe grandes cosas se llevó. Y el pino, que para mi guardaba la esencia de la mayor pérdida, también corrió la misma suerte. A causa de nuevos planes urbanísticos en la ciudad de Manresa y la aparente necesidad del ayuntamiento de tener más zonas grises y menos verdes, me lo cortaron de la noche a la mañana, sin previo aviso ni ningún miramiento. En la cuneta lo encontramos. Desde entonces guardaba su leño, esperando al día que surgiera el momento de hacerlo revivir.

En 2011 me propuse hacer una colección con materiales naturales. Y el pino apareció con fuerza en mi mente. Hice algunos bocetos pero no tardé en trabajar sobre el material. Así que en esta colección el propio material fue el que trajo las propuestas, me marcó el camino y las formas. Mil ideas surgieron mientras cortaba rodanchas, descubría vetas y fascinaba con sus nudos.

Con esta colección disfruté lo nunca visto, me sentí libre y viva. Fue mi primer trabajo puramente por amor a mi disciplina y de expresión a traves de ella. Con ella encendí motores y sembré vida. Nacía un nuevo ser que ahora yo cultivaría con el más minucioso cuidado, la Fábrica de Tesoros de MeriTomasa.